miércoles, 28 de abril de 2010

La importancia de no saber


Cada vez son más los talk shows que inundan nuestra parrilla televisiva; Sálvame, La Noria, Dónde estás corazón o El diario de Patricia encuentran su origen en El programa de Ana, presentado por Ana García Lozano, que empezó a emitirse en 1994. Sin embargo, encuentro un cambio revolucionario de este tipo de periodismo con la aparición de programas como Gran Hermano, que pueblan a la televisión de tertulianos zafios sedientos de polémica.

Gracias a ello, el papel del periodista queda muy desprestigiado, pues muchos de éstos ni siquiera tienen el título oficial que les acredite como tales. Parece que ahora la nueva escuela son los reality show, pues más importante que poder aportar comentarios de interés, es saber venderse.

Pero no sólo ahí radica el problema, la infravaloración del periodismo también se debe al tratamiento de temas tan banales como aquellos que aparecen en los programas del corazón, temas que nacen de la cuna del propio tertuliano, y que además suscita las peleas, muchas veces verbalmente violentas, entre los colaboradores y el propio protagonista de la “noticia”. Saber provocar, molestar y ser capaz de pasar por encima del otro son las nuevas aptitudes que debe tener el “periodista” de televisión.

Todo esto genera que los verdaderos profesionales, los apasionados, los que de verdad quieren llegar a algo y que además luchan por conseguirlo, queden relegados a la más profunda indiferencia de la población, como si fuera otro más de “esos periodistas”.

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