domingo, 25 de abril de 2010

OPERACIÓN MORBO


Telecinco, cadena de veinte años de vida, que presume de tener las audiencias más altas, productor de personajillos famosos que no tienen problema en hacer pública su vida. Gran Hermano fue el primero de muchos programas que se hizo conocido por fabricar parásitos televisivos que atraen a los espectadores, solamente hay que ver el número de edición por el que van. Ahora funcionan los gritos, los insultos y la mala educación que forman parte de espectáculo, pero… ¿dónde está el límite?

Ya desde la página web de la cadena podemos hacernos una idea de los contenidos que emiten en ésta. Nada más entrar encuentras la sangre de José Tomás, que recibió una cornada “como la que mató a Paquirri”. Nos dan la última hora, “Imágenes, reacciones y declaraciones exclusivas”, por si nos quedaba alguna duda o por si seguimos estando sedientos de sufrimiento ajeno.

Pero esto no es todo, a continuación nos encontramos con el “edredoning” (termino creado por la cadena desde GH1) que Lorena realiza en el próximo capítulo de Aída; fotos de tenistas desnudos; noticias de diversas índoles, como Amador Mohedano en el próximo Supervivientes, la visita de José Manuel Parada a La Noria; o lo que ocurre en programas como Sálvame o Sálvame Deluxe (por si teníamos poco). El sexo, la polémica y las riñas venden, y por desgracia, Vasile y su equipo lo saben.

¿Cuántos derechos fundamentales tendrán que violar? ¿Cuántas leyes de protección al menor tendrán que dejar de cumplir? ¿Qué hace falta para que digan basta? La basura genera basura, y Telecinco tiene síndrome de Diógenes. El problema está, a mi parecer, en quién es la audiencia. Muchos de estos programas se emiten en una franja horaria accesible a los grupos jóvenes e infantes que ya desde pequeños y en plena edad de formación intelectual se acostumbran a esa clase de contenidos y formas de los que se hacen llamar “periodistas”. La telebasura provoca efectos sobre la juventud cuyas consecuencias aún están por conocer.

Aún así no podemos culpar a la caja tonta de todos los males que nos rodean. Lo que vemos es una mezcla entre lo que producen para nosotros y lo que demandamos, un círculo vicioso. Nuestra sensibilidad va decayendo según las imágenes y acontecimientos que nos tragamos, nos convertimos en unos escépticos, ya no sentimos ni parecemos, sólo comemos todos los argumentos sin sentido que nos sirven en bandeja porque sólo tenemos hambre de comida basura.



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